Sobre el discernimiento vocacional

“Hay un «sígueme» que acompaña toda la vida y misión del apóstol. Es un «sígueme» que atestigua la llamada y la exigencia de fidelidad hasta la muerte (cf. Jn 21, 22), un «sígueme» que puede significar una «sequela Christi» con el don total de sí en el martirio” (San Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis, n. 70)

 

Santos patronos de los seminarios

 

Algunos textos de los papas

Papa Francisco

«El primer obstáculo a superar es, pues, el narcisismo. Es la tentación más peligrosa. (…) Estamos invitados a vigilar sobre el riesgo real de ser narcisistas, porque sin esta vigilancia ningún camino vocacional es realmente posible» (Papa Francisco, A la Comunidad del Seminario Regional Pontificio de Apulia Pío XI, 10-12-2016).

«Algunos [seminaristas] llevan sobre sus vidas la experiencia de su propia familia herida, con ausencia de padres y con inestabilidad emocional. Habrá que garantizar durante la formación una maduración para que los futuros ministros posean el equilibrio psíquico que su tarea les exige. Los vínculos familiares son fundamentales para fortalecer la sana autoestima de los seminaristas. Por ello es importante que las familias acompañen todo el proceso del seminario y del sacerdocio, ya que ayudan a fortalecerlo de un modo realista. En ese sentido, es saludable la combinación de algún tiempo de vida en el seminario con otro de vida en parroquias, que permita tomar mayor contacto con la realidad concreta de las familias. En efecto, a lo largo de su vida pastoral el sacerdote se encuentra sobre todo con familias. «La presencia de los laicos y de las familias, en particular la presencia femenina, en la formación sacerdotal, favorece el aprecio por la variedad y complementariedad de las diversas vocaciones en la Iglesia»» (Papa Francisco, Amoris laetitia, n. 203).

«Una cosa que quisiera añadir al texto —¡disculpadme!— es el discernimiento vocacional, la admisión en el seminario. Buscar la salud de ese joven, salud espiritual, salud material, física, psíquica» (Papa Francisco, Discurso a los participantes en un Congreso organizado por la Congregación para el Clero, con ocasión del 50 aniversario de los Decretos conciliaresOptatam totius” y “Presbyterorum ordinis”, 20-11-2015).

«(…) Nosotros obispos tenemos la tentación de escoger sin discernimiento a los jóvenes que se presentan. ¡Esto es un mal para la Iglesia! Por favor, se necesita estudiar bien el itinerario de una vocación. Examinar bien si él es del Señor, si ese hombre está sano, si ese hombre es equilibrado, si ese hombre es capaz de dar vida, de evangelizar, si ese hombre es capaz de formar una familia y renunciar a ello para seguir a Jesús. Hoy hemos tenido muchos problemas, y en muchas diócesis, por este error de algunos obispos de escoger a los que llegan a veces expulsados de los seminarios o de las casas religiosas porque tienen necesidad de sacerdotes. ¡Por favor! tenemos que pensar en el bien del pueblo de Dios» (Papa Francisco, Discurso a la Plenaria de la Congregación para el Clero, 3-10-2014).
«Para evitar los problemas, en algunas casas de formación, los jóvenes aprietan los dientes, tratando de no cometer errores evidentes, de estar sujetos a las reglas muy sonrientes, en espera de que un día se les diga: “Bien, terminaste la formación”. Esto es hipocresía, fruto del clericalismo, que es uno de los males más terribles. Ya lo he dicho a los obispos del Consejo episcopal latinoamericano (CELAM) este verano en Río de Janeiro: Es necesario vencer esta tendencia al clericalismo, también en las casas de formación y en los seminarios. Yo lo resumo en un consejo que una vez recibí de un joven: “si quieres ir adelante, piensa claramente y habla oscuramente”. Era una clara invitación a la hipocresía. Es necesario evitarla a toda costa».

Entonces, «si el seminario es demasiado grande, es necesario separarlo en comunidades con formadores capaces de seguir realmente a las personas. El diálogo debe ser serio, sin miedo, sincero. Es necesario considerar que el lenguaje de hoy de los jóvenes en formación es distinto de aquél de quienes los han precedido: vivimos un cambio de época. La formación es una obra artesanal, no policíaca. Tenemos que formar el corazón. De otro modo formamos pequeños monstruos. Y después, estos pequeños monstruos forman al pueblo de Dios. Esto realmente me pone la piel de gallina».

«Es necesario siempre pensar en los fieles, en el Pueblo fiel de Dios. Es necesario formar personas que sean testigos de la resurrección de Jesús. El formador tiene que pensar que la persona en formación será llamada a cuidar el Pueblo de Dios. Es necesario siempre pensar en el Pueblo de Dios, dentro de él. Pensemos en aquellos religiosos que tienen el corazón ácido como el vinagre: no fueron hechos para el pueblo. En fin: no tenemos que formar administradores, sino padres, hermanos, compañeros de camino».

El Papa Francisco, en fin, ha querido evidenciar un riesgo mayor: «si un joven que fue invitado a salir de un instituto religioso a causa de problemas de formación y por motivos serios, después es aceptado en un seminario, esto es otro gran problema. No estoy hablando de personas que se reconocen pecadores: todos somos pecadores, pero no todos somos corruptos. Que se acepten a los pecadores, pero no a los corruptos» (Papa Francisco, El coloquio del Papa Francisco con los superiores generales de los institutos de vida consagrada relatado por la Civiltà Cattolica, 29-11-2013).

«No se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas, búsquedas de formas de poder, glorias humanas o bienestar económico» (Papa Francisco, Evangelium gaudium, n. 107).

 

Papa Benedicto XVI

«Los años de seminario deben ser también un periodo de maduración humana. Para el sacerdote, que deberá acompañar a otros en el camino de la vida y hasta el momento de la muerte, es importante que haya conseguido un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y que sea humanamente “íntegro”. La tradición cristiana siempre ha unido las “virtudes teologales” con las “virtudes cardinales”, que brotan de la experiencia humana y de la filosofía, y ha tenido en cuenta la sana tradición ética de la humanidad. Pablo dice a los Filipenses de manera muy clara: “Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta” (4,8). En este contexto, se sitúa también la integración de la sexualidad en el conjunto de la personalidad. La sexualidad es un don del Creador, pero también una tarea que tiene que ver con el desarrollo del ser humano. Cuando no se integra en la persona, la sexualidad se convierte en algo banal y destructivo. En nuestra sociedad actual se ven muchos ejemplos de esto. Recientemente, hemos constatado con gran dolor que algunos sacerdotes han desfigurado su ministerio al abusar sexualmente de niños y jóvenes. En lugar de llevar a las personas a una madurez humana y ser un ejemplo para ellos, han provocado con sus abusos un daño que nos causa profundo dolor y disgusto. Debido a todo esto, muchos podrán preguntarse, quizás también vosotros, si vale la pena ser sacerdote; si es sensato encaminar la vida por el celibato. Sin embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad. Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura. Pero lo que ha ocurrido, nos debe hacer más vigilantes y atentos, examinándonos cuidadosamente a nosotros mismos, delante de Dios, en el camino hacia el sacerdocio, para ver si es ésta su voluntad para mí. Es tarea de los confesores y de vuestros superiores acompañaros y ayudaros en este proceso de discernimiento. Un elemento esencial de vuestro camino es practicar las virtudes humanas fundamentales, con la mirada puesta en Dios manifestado en Cristo, dejándonos purificar por Él continuamente.» (Benedicto XVI, Carta a los seminaristas, n. 6, 18-10-2010).

 

Papa San Juan Pablo II

«A los seminaristas se les debe presentar sin ambigüedades la figura del sacerdote y su identidad esencial, que han sido delineadas con claridad por las diversas orientaciones de la Sede Apostólica y que yo mismo he recordado en la Exhortación Apostólica postsinodal “Pastores Dabo Vobis”. Dicha identidad ha de iluminar todo el proceso educativo e inspirar claros criterios de selección, como ya tuve oportunidad de señalar en mi visita a vuestro País, pues “no es el número lo que se ha de buscar principalmente, sino la idoneidad de los candidatos. Necesitamos muchos sacerdotes, pero que sean aptos, dignos, bien formados, santos” (Discurso en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina, n. 3, 12 de abril de 1987), y como exhorta oportunamente el Concilio Vaticano II, “a lo largo de la selección y prueba de los alumnos, procédase siempre con la necesaria firmeza, aunque haya que deplorar penuria de sacerdotes, ya que si se promueven los dignos, Dios no permitirá que su Iglesia carezca de ministros” (Optatam totius, 6).» (San Juan Pablo II, Discurso a un grupo de obispos argentinos en visita «ad limina Apostolorum», 11-11-1995).

 

Papa San Pablo VI

«Ascética viril. 78. La vida sacerdotal exige una intensidad espiritual genuina y segura para vivir del Espíritu y para conformarse al Espíritu (Gál 5, 25); una ascética interior y exterior verdaderamente viril en quien, perteneciendo con especial título a Cristo, tiene en él y por él crucificada la carne con sus concupiscencias y apetitos (Gál 5, 24), no dudando por esto de afrontar duras largas pruebas (cf. 1Cor 9, 26-27). El ministro de Cristo podrá de este modo manifestar mejor al mundo los frutos del Espíritu, que son: «caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad» (Gál 5, 22-23)». (San Pablo VI, Encíclica Sacerdotalis Caelibatus, 24-6-1967).

 

Papa San Juan XXIII

«Hasta el porte exterior [del candidato al sacerdocio], incluso en la alegría de la recreación, no tiene nada de disipado, ni mucho menos de grosero ni de estudiantil, sino que revela al que se prepara para consagrarse a Dios; sin afectación ni amaneramiento, sino como “habitus” que expresa la armonía interior del alma. (…) Humilde, silencioso, discreto, San José es modelo perfecto de imitación en circunstancias que se repiten en todo tiempo y que exigen abnegación de sí mismo y total abandono en Dios» (San Juan XXIII, Discurso los rectores de seminarios de Italia con ocasión de un curso de modernización pedagógica, 29-7-1961).

 

Papa Pío XII

«Y si ocurriese que alguno, sobre el que había concebido buenas esperanzas la Iglesia, se alejara del seminario, esto no debe preocupar, porque el joven que ha conseguido encontrar su camino, más tarde no podrá menos de recordar los beneficios recibidos en el seminario, y con sus actividades podrá proporcionar una notable contribución de bien en las obras del laicado católico» (Papa Pío XII, Exhortación Apostólica Menti Nostrae).

 

Papa Pío XI

«Superiores y maestros. 50. El seminario, por lo tanto, es y debe ser como la pupila de vuestros ojos, venerables hermanos, que compartís con Nos el formidable peso del gobierno de la Iglesia; es y debe ser el objeto principal de vuestros cuidados. Ante todo, se debe hacer con mucho miramiento la elección de superiores y maestros, y particularmente de director y padre espiritual, a quien corresponde una parte tan delicada e importante de la formación del alma sacerdotal. Dad a vuestros seminarios los mejores sacerdotes, sin reparar en quitarlos de cargos aparentemente más importantes, pero que, en realidad, no pueden ponerse en parangón con esa obra capital e insustituible; buscadlos en otra parte, si fuere necesario, dondequiera que podáis hallarlos verdaderamente aptos para tan noble fin; sean tales que enseñen con el ejemplo, mucho más que con la palabra, las virtudes sacerdotales; y que juntamente con la doctrina sepan infundir un espíritu sólido, varonil, apostólico; que hagan florecer en el seminario la piedad, la pureza, la disciplina y el estudio, armando a tiempo y con prudencia los ánimos juveniles no sólo contra las tentaciones presentes, sino también contra los peligros mucho más graves a que se verán expuestos más tarde en el mundo, en medio del cual tendrán que vivir para salvar a todos(123)” (…) “Familia y vocaciones 64 (…) La mayor parte de los obispos y sacerdotes santos, cuyas alabanzas pregona la Iglesia(149), han debido el principio de su vocación y santidad a los ejemplos y lecciones de un padre lleno de fe y virtud varonil, de una madre casta y piadosa, de una familia en la que reinaba soberano, junto con la pureza de costumbres, el amor de Dios y del prójimo. Las excepciones a esta regla de la providencia ordinaria son raras y no hacen sino confirmarla» (Pío XI, Encíclica Ad Catholici Sacerdotii, 20-12-1935).

 

«San José es modelo perfecto»

 

Mensajes pontificios con ocasión de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

 

Algunos otros documentos del Magisterio


 

«(…) Dos son los aspectos inseparables en toda vocación sacerdotal: el don gratuito de Dios y la libertad responsable del hombre. La vocación es un don de la gracia divina, recibido a través de la Iglesia, en la Iglesia y para el servicio de la Iglesia. Respondiendo a la llamada de Dios, el hombre se ofrece libremente a Él en el amor. El solo deseo de llegar a ser sacerdote no es suficiente y no existe un derecho a recibir la Sagrada Ordenación. Compete a la Iglesia, responsable de establecer los requisitos necesarios para la recepción de los Sacramentos instituidos por Cristo, discernir la idoneidad de quien desea entrar en el Seminario, acompañarlo durante los años de la formación y llamarlo a las Órdenes Sagradas, si lo juzga dotado de las cualidades requeridas. (…)

Sería gravemente deshonesto que el candidato ocultara la propia homosexualidad para acceder, a pesar de todo, a la Ordenación. Disposición tan falta de rectitud no corresponde al espíritu de verdad, de lealtad y de disponibilidad que debe caracterizar la personalidad de quien cree que ha sido llamado a servir a Cristo y a su Iglesia en el ministerio sacerdotal» (Congregación para la Educación Católica, Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas, n. 3, 4-11-2005).

«(…) la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay» (Congregación para la Educación Católica, Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas, n. 2, 4-11-2005).

«La ordenación al diaconado o al presbiterado de hombres homosexuales es absolutamente desaconsejable e imprudente y, desde el punto de vista pastoral, muy arriesgada. Una persona homosexual o con tendencia homosexual no es, por lo tanto, idónea para recibir el sacramento del Orden sagrado» (Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Respuesta a la pregunta sobre si es lícito que un Obispo diocesano ordene al sagrado presbiterado a un varón que manifieste propensiones llamadas homosexuales, 16-5-2002)

 

«Para que los candidatos conozcan y sigan a Jesús, preparándose a celebrar y vivir el sacramento del Orden que los configura con Cristo, Cabeza y Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia» (San Juan Pablo II, Pastores Dabo Vobis, n. 3).

 

Seminarios Mayores de la Diócesis de Alcalá de Henares

Seminario Mayor Diocesano de la Inmaculada y los Santos Justo y Pastor
Rector: Ilmo. Sr. D. Luis Eduardo Morona Alguacil
Vicerrector: Ilmo. Sr. D. Carlos Langdon del Real
Director Espiritual: Rvdo. Sr. D. Francisco Rodríguez González González

Seminario Mayor Diocesano de la Inmaculada y los Santos Justo y Pastor
Oficinas
C/ Santa María la Rica, 7 – 28801 Alcalá de Henares
Tel.: (+34) 91 882 72 92  –  seminario@obispadoalcala.org

 

Seminario Mayor Diocesano Internacional y Misionero Redemptoris Mater y los Santos Justo y Pastor
Rector: Ilmo. Sr. D. Oscar Flores Solórzano
Formador: Ilmo. Sr. D. Ángel Daniel Acedo Mechato
Director Espiritual: Rvdo. Sr. D. Ramón Santiago Manrique de Mesa

Seminario Mayor Diocesano de la Inmaculada y los Santos Justo y Pastor
Oficinas
C/ Santa María la Rica, 11 – 28801 Alcalá de Henares
Tel.: (+34) 91 883 76 43  –  seminariormjp@obispadoalcala.org

 

Homilía de de Mons. Juan Antonio Reig Pla en la Santa Misa retransmitida por TVE2 en el Día del Seminario el domingo 18-3-2018 (PDF y VÍDEO)

 

«Aquí pensamos también en san José, el hombre justo que Dios quiso poner al frente de su casa. Del ejemplo fuerte y paterno de san José Jesús aprendió las virtudes de la piedad varonil, la fidelidad a la palabra dada, la integridad y el trabajo duro. En el carpintero de Nazaret vio cómo la autoridad puesta al servicio del amor es infinitamente más fecunda que el poder que busca dominar. ¡Cuánta necesidad tiene nuestro mundo del ejemplo, de la guía y de la fuerza serena de hombres como san José!» (Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa en el Monte del Precipicio, Nazaret, 14-5-2009).

 

«No te apresures a imponer las manos a nadie, y no te hagas cómplice de pecados ajenos» (1 Tm 5, 22)